Una caldera es un aparato que, mediante el consumo de algún combustible, es utilizado para suministrar calefacción y agua caliente a un hogar.
Actualmente, las calderas han llegado a tan alto grado de perfeccionamiento que se han convertido en una combinación de eficiencia de combustible con casi cero residuos, funcionamiento silencioso y diseño compacto adaptable a cualquier espacio.
Seguidamente, te mostraremos los diferentes tipos de calderas que existen, su características, pros y contras, y, finalmente, consejos para elegir la más adecuada para tu hogar.
Este tipo de calderas utilizan gasoil o gasóleo y se vienen usando desde hace muchos años. En la actualidad se utilizan, principalmente, en aquellos lugares donde no se tiene acceso a los sistemas de gas natural o propano, como casas rurales y viviendas unifamiliares alejadas de grandes centros urbanos. Tal como las calderas para otros tipos de combustible, según su tecnología pueden ser calderas atmosféricas, estancas o de condensación.
Utilizan el gas como combustible. Son de las más usadas en la actualidad gracias a su buen rendimiento.
Debido a la gran versatilidad de este tipo de calderas, se han desarrollado diferentes aplicaciones:
Las calderas atmosféricas son aquellas que utilizan el propio aire de la vivienda o estancia en la que se han instalado. Son poco seguras y eficientes desde el punto de vista energético y muy contaminantes.
Tanto su instalación como su fabricación están prohibidas desde el 2013.
Las calderas estancas han sustituido actualmente a las calderas atmosféricas por su mayor rendimiento. Su seguridad es muy alta porque la combustión se produce en una cámara hermética y cerrada dentro de la propia caldera. Son bitubulares, por un conducto recogen el aire del exterior para la combustión y por el otro lo sacan hacia fuera.
Basadas en el mismo sistema que las calderas estancas, tienen como objetivo la reducción de emisiones contaminantes de óxido de nitrógeno, que son de las más peligrosas para el medio ambiente, y resultan de la quema de combustibles fósiles a altas temperaturas. El quemador es refrigerado por el circuito de agua, reduciendo así la temperatura de los humos y con ello la contaminación.
La caldera de condensación es básicamente una caldera estanca capaz de reutilizar el calor latente en los humos residuales de la combustión. De este modo garantiza un aprovechamiento del combustible por encima del 100 por cien, lo que conlleva, además de un ahorro de energía y de costes, una reducción al mínimo de los gases contaminantes y de la temperatura del humo expulsado.
Desde 2015, es el único tipo de caldera de gas permitido por la normativa europea para instalaciones de calderas de gas de uso doméstico.
Estas calderas sustituyen el uso de combustibles por varias resistencias eléctricas para generar el calor. No son recomendables para hogares con alta demanda de agua caliente por su elevado consumo de energía. Tienen la ventaja de que no producen gases residuales de combustión, y que su regulación de potencia es mucho más completa que en otro tipo de calderas.
Este tipo de calderas consideradas ecológicas se ha ido imponiendo en los últimos años a las calderas de gasoil. Utilizan el llamado combustible biomasa: madera, huesos de aceituna, cáscaras de frutos secos, desechos forestales, granos, serrín, etc., o materias naturales transformadas (pellets). Inicialmente se usaban para lugares rurales, pero actualmente su uso se ha implementado en las zonas urbanas y se han convertido en una excelente fuente de calefacción. Este tipo de biomasa es una gran fuente de energía que aporta grandes beneficios sin contaminar el ambiente.
Existen otros tipos de calderas (leña, carbón, solares…) que bien por la incomodidad que supone su abastecimiento, la contaminación que provocan o el elevado coste de su instalación, son menos utilizadas actualmente, pero que, en determinados casos, pueden ser tenidos en cuenta.
Básicamente, la mejor caldera es aquella que logra una mayor eficiencia de combustible emitiendo la menor cantidad de gases contaminantes. Es decir, la que produce la mayor cantidad de energía calorífica usando la menor cantidad de combustible.
Pero todo depende de tus circunstancias y de tus necesidades personales.
Si vives en una zona rural, la más recomendable es la de biomasa, concretamente las de pellets, por su avanzada tecnología y por la facilidad de compra, almacenaje y menor precio del combustible.
Si, por el contrario, vives en una zona urbana, las calderas de gas, y más concretamente las de condensación, son las ideales por su excelente rendimiento y por las demás virtudes anteriormente expuestas.