Una caldera de gas es un aparato que, mediante la combustión de un gas, permite calentar agua para ser posteriormente utilizada en un sistema de calefacción y de agua caliente sanitaria. El gas utilizado en estas calderas suele ser, normalmente, gas natural.
Las calderas de gas actuales están conformadas por un sinfín de componentes. Cada fabricante proyecta sus calderas con sus propias innovaciones, por eso ni todos los tipos ni todos los modelos de caldera son iguales.
Las partes o elementos más esenciales son:
Actualmente, debido a los continuos avances tecnológicos, existen en el mercado diversos tipos de calderas, que podemos clasificar en cuatro tipos:
Este tipo de calderas tienen la cámara de combustión sellada, es decir, es totalmente hermética, por lo que no consumen oxígeno del local donde están ubicadas. Precisamente por esto, su funcionamiento es muy seguro, ya que el aire no entra en contacto con los gases que proceden de la combustión.
Disponen de una chimenea doble, por un conducto absorben el aire exterior y por el otro expulsan los humos al exterior. Las más antiguas, las de tipo estándar, necesitan consumir bastante energía.
Son las mejores calderas de gas. Tienen la ventaja de que reutilizan una y otra vez la energía generada por el vapor de agua en el proceso de combustión del gas.
Son seguras, eficaces y permiten ahorrar hasta un 30 por ciento del gas natural.
La diferencia principal está en su peculiar diseño que hace que disminuya la emisión de NOx (óxido de nitrógeno) que se produce en la combustión. Su rendimiento, no obstante, es inferior al de las calderas de condensación.
Al contrario que las calderas estancas, en este tipo de calderas la cámara de combustión está abierta, es decir, no se encuentra adecuadamente aislada respecto al espacio en el que se instalan, el aire utilizado en la combustión está en la misma estancia donde se encuentra la caldera. Esta situación presenta varios inconvenientes: por un lado, son menos eficientes desde el punto de vista energético, y por otro, resultan altamente contaminantes, porque los gases de la combustión quedan en el aire de las viviendas.
Desde 2010, su instalación está prohibida por la ley, debido, precisamente, a su falta de seguridad en el caso de que se produjera una combustión deficiente.
El proceso se basa, esencialmente, en dos componentes principales: el quemador y el intercambiador.
El mantenimiento de las calderas de gas debe ser realizado siempre por un técnico especializado. Consistirá en una revisión anual para mantenerlas limpias y evitar posibles averías y accidentes.