En qué países no se usan persianas

Cuando se visita por primera vez algún país del norte de Europa, hay algo que llama mucho la atención al llegar a la ciudad, sobre todo si se hace a última hora del día. Esto no es otra cosa que el hecho de que, desde la calle, cualquiera puede ver perfectamente y en detalle qué están haciendo las personas dentro de sus casas.

En los países nórdicos no hay costumbre de cubrir las ventanas, más allá de usar cortinas. Si alguien se pregunta en qué países no usan persianas y por qué, quizá le interese saber que existe una explicación de tradición cultural vinculado a lo religioso que es también la que explica que sea España el único país con persianas de Europa.

¿Por qué en España se usan persianas?

Sin duda, en España no nos imaginamos la vida sin persianas. Sin embargo, aunque la historia lo explica desde el punto de vista de creencias profundas muy instaladas que vienen de la época pre- Reconquista, lo cierto es los sociólogos lo tienen claro: a los españoles no nos gusta sentirnos observados. Es habitual que, a cierta hora de la tarde, cuando el sol cae y las habitaciones están iluminadas –mientras fuera ya hay oscuridad, se bajen las persianas o se echen las cortinas.

En el norte de Europa no parece existir esa preocupación. Es más, los historiadores relatan que la aparición de las persianas y su uso o no, dependió en Europa de la religión que se profesaba en cada país y es algo que perdura hasta el día de hoy.

¿Por qué en muchos países europeos no hay persianas enrollables? La historia lo justifica así: mientras que en Alemania y países cercanos se practicaba el calvinismo, allá por el siglo VIII, en España todavía se vivía bajo la influencia de la cultura árabe (y hasta hoy), que preconiza la vida hacia dentro de las casas, con la aparición de patios y la creación de celosías y persianas. Los calvinistas, por el contrario, defendían que no se ha de esconder a los demás tu forma de vida y, por tanto, no hay necesidad de cerrar las persianas; todo el que pase por la calle debe poder saber cómo vives y no hay que ocultarle si eres rico a pobre. Pero más allá de condicionantes culturales pasados, lo cierto es que en España usamos persianas porque no es solo la intimidad lo que valoramos.

La palabra persiana viene de Persia y se dice que, en su origen, las persianas estaban concebidas para intentar que el calor no se apoderara de las estancias en los meses más calurosos del año. No parece incoherente que en España las adoptáramos como una costumbre irrenunciable, dado que tenemos una media de entre 2500 y 3000 horas de sol al año.

En nuestro país usamos las persianas como ayuda para una mejor gestión de la luz natural, subiéndolas por el día en invierno para dejar pasar más radiación solar que ayude a caldear las estancias, y bajándolas en las horas más fuertes de sol en los meses de verano, de forma que se creen sombras que ayuden a refrescar la estancia.

Por la noche, usamos las persianas para poner un extra de freno a la entrada de frío por la ventana en invierno y como ayuda para que el sol no nos despierte antes de que suene el despertador en los meses de verano.

Al ayudarnos a modular la temperatura del hogar, tanto en verano como en invierno, nos ayuda a regular también el uso de calefacción y aire acondicionado, algo que redunda en una vivienda más sostenible y que reduce el gasto en combustibles, contribuyendo a la economía familiar.

Aunque en España, único entre los países que usan persianas, seguimos concibiendo las persianas como fundamentales para esa función relacionada con la temperatura interior de la casa, es indudable que para nosotros tienen otras funciones. Por ejemplo, la seguridad. Una persiana bajada y encajada es una barrera para ladrones e intrusos, que encuentran mayor dificultad para asaltar una casa entrando por una ventana.

Motivos por los que no se usan persianas en otros países

Aunque existe la creencia de que en los países nórdicos, partiendo de Alemania, no había persianas por una cuestión religiosa, parece más lógico pensar que allí no las necesitan en el sentido estricto de la palabra. Se levantan cuando todavía es de noche y quieren aprovechar hasta el último haz de luz natural, de la que no disponen demasiada durante muchos meses a lo largo del año.

Seguramente, si el viajero que llega por primera vez a Copenhague, a Berlín, incluso a Londres,  pide a la gente opiniones sobre las ventanas sin persiana, la respuesta sea que no las necesitan porque, realmente, no es costumbre tenerlas en su modo de vida.

Es más, al contrario también ocurre. Cuando un español se plantea ideas para unas ventanas sin persianas, siempre termina recurriendo a la instalación de contraventanas exteriores, cortinas opacas o cualquier otro sistema que supla unas funcionalidades vinculadas a la regulación de la luz natural y la preservación de la intimidad a las que ya estamos acostumbrados desde hace siglos.

Países en los que no se usan persianas

En realidad, si se quiere dar una respuesta rápida a la pregunta de en qué países se usan persianas, se termina antes diciendo que en ninguno. Solo en España usamos persianas enrollables como elemento habitual en la construcción de viviendas. En el norte de Europa y las islas no es costumbre instalarlas, aunque puede hacerse por una cuestión de gustos personales o de seguridad.

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